sábado, 14 de mayo de 2011

Mi madre conoce a Tina


El pasado día 11, acudí a la terapia de grupo en el hospital clínic, con la novedad de que me acompañó mi madre. Esperé un rato en el bar a que llegara acompañada por mi hermano. Cuando me vio exclamo un “¡madre mía!” bastante evidente.
Se sentó ante mí y yo le comencé a preguntar por su salud y por otras cosas ajenas a lo que estaba viendo, intentando recrear un escenario lo más familiar para ella, esto es; una conversación normal como la que tuvimos la última ocasión que nos vimos.
Su curiosidad era más poderosa que todo y comenzó a explorar con sus ojos, todos los detalles de lo que estaba viendo. Me preguntó si mis pestañas eran postizas, yo le dije que era de las pocas cosas que no eran postizas. Luego seguimos conversando y nos fuimos hacia la unidad, donde se hace la terapia de grupo.
Una vez allí, le presenté a varias amigas y amigos, ella no reconocía ningún rasgo del sexo de nacimiento de nadie, pero yo, preferí  aclararle ciertas cosas en privado, preservando la privacidad, porque de lo contrario hubiese pensado que yo era la única persona transexual de la unidad. Sobre todo en el caso de los transexuales masculinos, que son todos súper varoniles y guapísimos. Le doy las gracias a todos los que trataron con ella, porque lo hicieron con mucha comprensión y cariño, sobre todo gracias a Miguel de FTM Proyects y cómo no, a Zam.
Luego me fui con ella a comer un bocadillo, mientras ella criticaba la incomprensión a la que a veces se somete a las personas transexuales y noté que se esforzaba por tratarme en femenino e incluso me llamó en varias ocasiones Tina, lo que, para una primera vez, es una gran victoria. Luego la deje en el metro emplazándonos para el día siguiente.
Que puedo decir sino gracias. Gracias a la vida, por darme el don de estar aquí, que vivimos de  milagro. Cuando el mundo se desmorona a nuestro alrededor, una persona debe buscar su libertad, porque es lo único que tendrá valor cuando ya no tengamos nada. Dentro de unos años nadie de los que lean esto estaremos aquí, por eso la madre naturaleza nos mira desde allí arriba deseándonos una vida digna, hoy me siento en armonía con ella porque he seguido sus deseos. Que me siento viva, porque sé que podría morir mañana y no hubiera vivido en vano; que el optimismo hace que todos mis defectos se desvanezcan y me sienta la mujer más bonita del mundo. Que me quiero comer la vida a mordiscos.
Ha sido un largo camino, un camino donde la oscuridad de la noche no dejaba ver ni un rastro de la mañana, pero hoy veo un arco iris frente a mí y pienso que todos mis errores, todos mis tropiezos, todos mis pasos en falso e incluso el dolor, valió la pena, si la consecuencia es que hoy haya llegado hasta aquí.
Hace tiempo que leo blogs de personas como yo, que me ayudaron a comprenderme mejor, ojala esto algún día lo lea alguien y le sirva de ayuda para tomar fuerzas y ser libre como yo lo hice.


Letra de la cancion Change. Blind Melon

No siento que hoy salga el sol
si asi es, hay que buscar otra forma.
Mientras estoy sentada aquí en esta miseria, 
no creo que nunca vea el sol desde aquí.

Y oh, como me desvanezco,
todos me miran y dicen, que va,
Hey mirarla! Nunca va a vivir de esa manera.
Pero eso está bien
 
Es sólo miedo al cambio.
Cuando sientes que tu vida no vale la pena
hay que ponerse de pie y
mirar a tu alrededor, y luego, echa un vistazo al cielo.

Y cuando tus pensamientos más profundos se rompen,
sigue soñando muchacho, porque cuando dejes de soñar es tiempo de morir.
Y como todo forma parte de un mañana, 
todo juega a favor de que funcione.

Pero sé que todo no quedara para siempre,
así que quiero escribir mis palabras en la cara hoy.
y luego que lo pinten

Y oh, como me desvanezco,
todos ellos me miran y dicen,
¡Hey, mirarla! y dónde está a dia de hoy.
Cuando la vida es dura, tienes que cambiarla.

domingo, 8 de mayo de 2011

Un travesti llamado Eliseo capitulos 5 al 7




CAPITULO 5
Logró quitarse los zapatos antes de que su madre abriera la puerta, pero lo que no pudo quitarse fue la cara de susto, estaba tan absorto con aquella sensación que no oyó como se acercaba su madre a la habitación, así que su madre le espetó una pregunta lógica;
-“¿Eli hijo, que estás haciendo?”-
Eliseo –“nada mama, estaba aquí, hablando con Misce”- le dijo Eliseo sin poder borrar aun el estupor de su rostro.
Patricia –“¿qué estás haciendo con el armario de tu hermana abierto?-
Eliseo –“yo, eh, no lo he abierto yo, Misce se lo dejó abierto cuando salió corriendo a por Marcelo”- le dijo Eliseo mientras se colocaba delante de los zapatos, para que su madre no los viera, parecía que había despistado a su madre por fin, había sido fácil, aparentemente, así que se le fue pasando el gesto de susto y fue relajándose, Patricia, su madre, se dio media vuelta y empezó a caminar hacia la puerta, con la intención de salir de la habitación, Eliseo se sentía aliviado, así que le dijo a su madre, -“ahora voy a ordenar mi cuarto mamá”- ese comentario provocó que patricia volteara la cabeza hacia el otro lado, donde se encontraba un gran espejo, allí vio reflejada la cama de Miscelánea, de tal forma que el ángulo que había formado Eliseo para evitar que su madre no viese los zapatos, no hacia el efecto deseado, dejando la visión total de la escena, y unas sospechas de que Eliseo estaba colocado allí con alguna intención extraordinaria. Patricia le preguntó.
Patricia-“¿y esos zapatos?”
Eliseo –“¿a qué zapatos te refieres?”- intentó disimular Eliseo
Patricia- “no te hagas el tonto, los estas escondiendo para que no los vea”-
Eliseo –“no no mamá, no sabía que estaban ahí”-
Patricia –“vamos Eliseo Bermejo, sé perfectamente que estas encubriendo a tu hermana para que papá no se entere de que Misce usa ropa de mayores”- Eliseo se ponía muy nervioso cuando le llamaban por su nombre y apellido, porque era sinónimo de una regañina segura.
Eliseo –“bu bueno, no si, es que ella salió corriendo y no pudo... esto...”-
Patricia –“anda anda, aparta ya se los recojo yo, yo ya lo sabía, le estuve registrando la habitación hace días”- le interrumpió antes de que Eliseo acabara su frase.
Entonces Patricia cogió los zapatos y percibió una temperatura algo tibia en ellos, miró a Eliseo, como queriendo descifrar la duda a través de su mirada, pero la mirada de Eliseo estaba perdía a través de la ventana, como la oportunidad que había tenido de sentirse princesa por una tarde, en ese pensamiento nadaba cuando le devolvió la miraba a su madre, esta se lo pudo leer en sus ojos como si de un manual de instrucciones se tratara.
Patricia –“¿qué estabas haciendo con los zapatos de tu hermana?
Eliseo –“nada mamá ¿qué quieres que haga?
Patricia –“están calientes, como si alguien se los hubiera puesto, y Misce hace rato que se ha ido”-
Eliseo –“no se mamá, no sé nada de eso”-
Patricia –“¿estas seguro de que no lo sabes? Insistió su madre.
Eliseo –“claro mamá”- respondió aliviado, como si sintiera que estaba saliendo airoso del envite, entonces su madre lanzó una pregunta como si fuera un dardo certero –“¿y por qué estas descalzo entonces?”-

CAPITULO 6
Había pasado unas semanas desde que Patricia había descubierto que su hijo Eliseo, hacia cosas raras con la ropa de su hermana, durante esas semanas, Eliseo se miraba una y otra vez al espejo, se sentaba frente al espejo desnudo y cruzaba las piernas, de tal forma que no se le viera nada entre ellas. Imaginaba como seria si tuviera los pechos de su hermana. Eliseo todavía no imaginaba como su cuerpo en pocos años, sepultaría todo rasgo de posible feminidad que pudiera existir en ese momento.
Eliseo vivía un autentico drama en casa de sus padres, su padre era cada vez mas tiránico, le tenía sitiada la libertad de movimientos, no quería que su hijo se desviara del camino recto, Patricia le había contado como Eliseo una vez fue descubierto con un vestido de ella y los zapatos de su hermana mientras se maquillaba delante del espejo. Por eso Eliseo, cada vez más a menudo se evadía furtivamente de casa, viajaba a la ciudad solo, no era un niño solitario, pero se sentía confortable creando su mundo. Un día, regresando del centro de la ciudad, se le escapó el último tren que debía llevarle de regreso a casa. Comenzó a deambular por la estación sin rumbo aparente, no sabía qué hacer, sabía que si llamaba a casa la bronca iba a ser monumental, pero había comprado un billete de ida y vuelta y no tenía dinero para viajar en el autobús, además el autobús no era una buena opción, el siguiente no pasaba hasta dentro de una hora y era mucho más lento que el tren, con lo que posiblemente llegaría a casa mas allá de la media noche.
De pronto oyó como alguien le llamaba. –hey niño!- Eliseo se giró y no le pareció ver a nadie, pero en realidad sí que había alguien, pero quizás no era la típica persona que  esperaba que le llamara. Se trataba de un hombre bastante grueso, pero tenía una voz muy suave, por eso Eliseo no relacionaba su aspecto con la voz que había oído. El hombre andaba algo torpe, lo que a Eliseo le daba bastante confianza, los ojos de Eliseo empezaban a navegar en un mar de lagrimas, no sabía cómo volver a casa sin que sus padres se enterasen de que había estado fuera, en la ciudad. El hombre le miro los ojos y le preguntó:
-¿porque estas llorando?-
Eliseo: -mis padres no saben que estoy aquí, y no tengo dinero para volver a casa, me podría ir andando pero tardaría casi dos horas-
el hombre se sacó del bolsillo interior de la gabardina una cartera y mientras la abría para enseñarle su interior a Eliseo le dice:
-mira, me llamo Salvador Regaño, soy policía, estate tranquilo yo te puedo llevar a casa-
Eliseo estaba entre aliviado y preocupado, si ese policía le llevaba a casa podría llegar antes de media noche, pero seguro que el señor Regaño le pondría en antecedentes a sus padres de cómo había encontrado a Eliseo. El policía rió y le dijo:
-tranquilo, no le diré a tus padres que te habías escapado-
Eliseo –no me he escapado, solo estaba dando un paseo por el centro-
Policía –¿niño, cómo te llamas?
Eliseo –mi madre me dice siempre que no hable con extraños-
Policía –¿bueno, y entonces como pretendes que te lleve a casa si no me vas a decir tu nombre y tu dirección? ¿Quieres que te deje unas monedas para que llames por teléfono a tus padres y te vengan a buscar? o mejor aun los puedo llamar yo solo tendría que hacer unas llamadas a la comisaria y en unos minutos averiguaría quien eres y donde viven tus padres, pero bueno tú eliges-
Eliseo se sintió verdaderamente coaccionado con ese comentario, de pronto sentía que estaba en manos de ese hombre, así que accedió a darle su nombre y su dirección,
Policía: -muy bien Eliseo, no tengas miedo hombre, te voy a llevar a casa como te prometí, pero no llores niño, me vas a poner el coche perdido de lagrimas jajaja-
Eliseo sonrió forzadamente mientras se dejaba guiar por el policía hacia el coche, que estaba al fondo del aparcamiento de la estación. Mientras Eliseo caminaba al lado del policía, observó que el señor Regaño mostraba una ostentosa cojera, de pronto una duda le asaltó, porque jamás pudo imaginar que un policía podía tener una cojera tan manifiesta.

CAPITULO 7

Una vez dentro del coche, Eliseo andaba algo temeroso con el señor Regaño, pero apenas podía decir nada ante el monologo que el policía iba desgranando. Eliseo comenzó a desconfiar sobre la identidad policial del señor Regaño, cuando pasaron cerca de la cárcel y el señor Regaño no hizo ninguna referencia sobre ese hecho. Además la ruta que pasaba cerca de la cárcel, se alejaba lo suficiente como para pensar que la intención del viaje no era la de llegar lo más rápido posible casa de Eliseo. Cuando Eliseo quiso advertir de esto al señor Regaño, fue interrumpido por el interminable monologo del supuesto policía:
Regaño. –Menos mal niño que has tenido la suerte de encontrarte conmigo, mira que si encuentran una de esas bandas de maleantes que andan por ahí, no sé que hubiera sido de ti, tienes que tener cuidado por donde andas, la ciudad es peligrosa. Yo me la tengo muy pateada, son muchos años mezclándome con esa morralla rojilla medio amariconada, que aunque estén ya algo arrumbadas, todavía hacen daño a la gente inocente como tu. Eliseo lo miraba desde abajo con sumisión
Regaño –tu no serás un  mariquita de esos, no?
Eliseo. –no señor, no lo soy-
Regaño. –bueno, no sé, deberías cortarte ese pelo tan largo, pareces una niña. Así las niñas no se van a fijar en ti, creerán que eres mariquita jajá, pero bueno, que estoy diciendo si seguro que eres virgen, no?- Eliseo encogió los hombros como asintiendo a la pregunta del señor Regaño –jajá, ya sabía yo- prosiguió Regaño –mira, cuando estés con una tía le tienes que entrar a fondo, a las niñas les gusta que las traten como unas guarrillas, cuando era joven me hinchaba de meterla en caliente, jajá buf anda que no me he trajinado a furcias que iban de santitas, pero que luego se volvían unas autenticas guarras en la cama. Ahora que te miro bien, me parece que eres un poco mariquita, tienes la piel suave como una niña, tu pelito largo, ay Eliseo que me parece que pierdes aceite jajá. Mira- Regaño en ese momento se saca el miembro y se lo enseña a Eliseo –¿a que es grande?- Eliseo la mira y aterrado intenta escapar aun con el coche en marcha, Regaño le coge la cabeza que casi le cabía en una mano y se la estrella contra el marco de la puerta. –¿pero qué coño haces?- le grita Regaño –¿es que quieres que nos matemos? ¿Es que nunca has visto una como la mía? Jajá seguro que sí, pero no tan grande, y eso que todavía no está tiesa, ya verás cuando se ponga dura, pero bueno no te asustes mira ¿Sabes que me decían algunas? que no querían hacerlo conmigo porque la tengo muy grande y les hacía daño jajá ¿te lo puedes creer? ¡Menudas marranas! ¿Pues no dicen que cuanto más grande mejor? Ya verás que primero duele un poquito pero cuando acabe me pedirás mas jajaja, me parece que eres como esas putitas, primero uy uy uy y luego ay ay ay jajaja- Eliseo comenzaba a sangrar de forma prominente por la frente, estaba medio aturdido, pero aun así, su mente buscaba la forma de poder escapar. Regaño vio la sangre y le dijo –maldita sea, me vas a poner en coche perdido, joder con la mierda de niño, anda toma un pañuelo y límpiate bien, que no vea ni una gota o te vas a enterar- Eliseo vio como Regaño sacó un pañuelo de la guantera y se lo dio a Eliseo, Eliseo vio que dentro había una pistola, volvió a mirar a Regaño y este le dijo.  –um, ni se te ocurra Eliseo, vamos a pasarlo muy bien tu y yo, no lo vayas a estropear con tonterías, mira ya hemos llegado- Eliseo comprobó que habían llegado a ninguna parte, de tal forma que por mucho que gritara nadie le escucharía. De cualquier modo intentó escapar de nuevo, tiró de la maneta, pero era un coche viejo y no abría a la primera y forzándola terminó partiéndola, ahora no podía salir por allí, pero lo peor era el enfado de Regaño –me cago en la puta- gritó –¿pero es que me vas a destrozar el coche o qué? Pero si no te va a pasar nada malo, además te va a gustar ¡coño!, anda ven aquí- de nuevo le agarró la cabeza pero esta vez para atraérsela hacia su miembro, Eliseo estiró los brazos y empujaba hacia fuera intentando escapar, pero Regaño tenía mucha más fuerza y estaba consiguiendo acercar la boca de Eliseo a su miembro, Eliseo pensaba que los huesos de sus brazos se iban a partir de tanta fuerza como ejercía con ellos, cerró la boca porque ya estaba demasiado cerca, Regaño le grito -¡chúpamela coño! Abre la boca o te mato aquí mismo- sacó la pistola de la guantera y se la puso en la cabeza, Eliseo temblaba, ahora Regaño le volvió a agarrar la cabeza y no sintió la misma oposición de antes, Regaño pudo conseguir entonces introducírsela en la boca a Eliseo, pero de pronto se oyó –¡Eli!- Eliseo reconoció esa voz, era la voz de Mateo Exhorto un compañero de clase, Eliseo se apartó de Regaño y comenzó a toser por el asco que le produjo aquella sensación, Regaño vio como un niño venia hacia el coche corriendo y dijo –me cago en la puta ¿quién coño es este idiota?- Rápidamente bajo la ventanilla saco la pistola, y apuntó a Mateo con ella –quieto ahí niño- grito Regaño mientras con su otra mano estrangulaba el cuello de Eliseo para que no se escapara –como te muevas te pego un tiro en la cabeza- de repente Regaño vio como su pistola cayó al suelo sin que él lo hubiese querido así, no entendía aquello, como se le podía haber caído la pistola de la mano, teniéndola fuertemente agarrada, mientras miraba fijamente a Mateo, sintió como un hormigueo en la mano y se le empezó a nublar la vista, el brazo que agarraba a Eliseo iba perdiendo fuerza cuando oyó –suéltalo hijo de puta-

Un travesti llamado Eliseo capitulos 1 al 4



CAPITULO 1
Nunca en toda su vida podría olvidar aquella imagen, fue una ocasión estando solo en casa, tenia doce años, cogió una vieja cinta de video de su padre, concretamente una que ponía: 1ª comunión de Noelia. El había visto a su padre llevarse esa cinta demasiadas veces a la sala de proyecciones, aunque solo tenía doce años, sabía que la filmación de una primera comunión no proporcionaba tanto entretenimiento.
Los Bermejo en una casa amplia, con habitaciones y estancias espaciosas, divididas por largos pasillos, que otorgaban intimidad a sus habitantes, de tal forma que el pequeño Eliseo Bermejo, el menor de tres hermanos, disponía de la suficiente intimidad, como para fabricarse su propio mundo de fantasía, un verdadero refugio; donde eran frecuentes las catarsis de su imaginación.
Pero aquella imagen le perturbaba, incluso alteró su micro mundo, aquel que había construido a su antojo. Era traumático asumir que todas sus fantasías, preñadas de inocencia y sensibilidad, podrían derivar en un éxtasis de fluidos impregnando los cuerpos de dos seres humanos envueltos en una espiral hipnótica de deseo. Porque Noelia, jamás hizo la primera comunión, es más, cuando Eliseo volvió a ojear la caratula del video y pudo observar que el titulo en realidad era 1ª cumonion de Noelia, un recurrente juego de palabras que combinaba la expresión “cum on” “correrse” en ingles. Continuaba sin entenderlo demasiado, porque en la película no veía a Noelia correr hacia ninguna parte. Noelia era el paradigma donde Eliseo quería recalar su vida, al principio de la película, Noelia paseaba con su vestidito nuevo, por un sendero de un bosque otoñal, agujereando las hojas muertas con sus taconcitos. Se la veía delicada, femenina y muy feliz consigo misma, con una piel delicada y fina como la porcelana, de la cual rebosaba una actitud de princesita de cuento. Eliseo rebobinaba una y otra vez esos escasos dos minutos y medio de película, no quería ver mas allá, no deseaba volver a ver a ese ogro peludo, mancillando con sus toscas manos la porcelana de Noelia.
Solo una vez vio mas allá del primer fragmento de la película y no podía olvidarlo, estaba seguro de que si volvía a verlo desearía su propia muerte. Imaginaba que quizás por eso, Noelia debía “correr”, para huir del ogro. Noelia apenas era una jovencita bellísima, que la primavera de la vida había florecido su cuerpo, una belleza reciente, el tiempo, ese implacable escribano, apenas había tenido unos años para ajar su cuerpo, que lejos de envejecerlo, lo había dotado de una solidez en sus formas y líneas, curveando allá donde se requería, para aportar más sensualidad, o abultando otras partes para regocijo del observador. De pronto, se oyeron unos pasos tras la puerta y antes de que Eliseo pudiese sacar la cinta del reproductor, entro su padre. Eliseo vio como su padre miro la pantalla del televisor y comprobó lo familiar que le resultaba a su padre el rostro de Noelia. Su padre le pidió que le devolviera la cinta, pero Eliseo se negó, su padre se la arrancó de las manos y se la llevó. Eliseo debía vengar ese acto de rapto de su padre, debía darle su merecido al ogro que se llevo a la princesa.
CAPITULO 2
“Eliseo! Eli! Haz el favor, ven a la mesa, vamos a comer” La hora de comer en casa de los Bermejo era sagrada, y no solamente porque antes de dar buena cuenta de los alimentos a ingerir había que bendecirlos, sino, además, porque era el único momento del día en que la familia al completo se reunía. Una vez en la mesa, Eliseo no soportaba la mirada de su padre, recordando el choque con su a propósito del video de Noelia. Era habitual que Custodio, el padre de Eliseo, cada día hiciera un repaso a toda su familia, empezando por su esposa y continuando por sus hijos de mayor a menor.
Custodio: “Patricia cariño, tenía que darte una excelente noticia”- Patricia Prócer era la abnegada esposa de Custodio- “nos han admitido la solicitud para  el club de caza, he pagado tres temporadas por adelantado, el presente año 82 y el 83 y 84. En Valdemorillo, ¿recuerdas? lo vamos a pasar de miedo”
Patricia: ¿Valdemorillo? –dijo Patricia- recuerda Custodio, cariño, que el dueño del club es Armando, su mujer me odia, me hará la vida imposible”
Custodio: “Bueno Patricia, confío en tu diplomacia, ya verás que no pasa nada, no debes ser tan hosca y ser más comprensiva con ella”
Patricia: “Pero si desde que me conoció no hace más que criticarme y hablar mal de mí a mis espaldas”.
Custodio: “Mira Patricia, bastante culpa tienes tú, sabiendo que Carmen nunca pudo tener hijos, vas y se lo frotas en la cara”.
Patricia: “¿cómo dices eso? Tú conoces muy bien la historia precisamente y sabes que yo no tengo la culpa de este conflicto” –entonces Ingénito, el hijo mayor interviene.
Ingénito: “Si papa, un día en el canódromo oí como Carmen decía que mama no merecía la suerte que había tenido en la vida” .
Custodio: “ ¿A ti quien te ha dado vela en este entierro? Ocúpate de tus asuntos, y tú Patricia, haz el favor de traer la sal, este estofado de ciervo esta anodino, a ver si aprendes a no malgastar los alimentos cuando cocines”.
Patricia: “Pero Custodio, es por tu hipertensión”... –mientras, Eliseo, ajeno a toda polémica sobre la conversación, flotaba guiado por su imaginación, los pies no le llegaban del todo al suelo todavía, así que mientras todos discutían, pisaba solo con las puntas elevando los talones, simulando que llevaba unos zapatos de tacón, se imaginaba así mismo caminando por la calle, con un vestidito similar al de Noelia, hasta, en una emoción sublime, escuchaba el sonido de sus propios pasos sobre la acera; la calle estaba casi desierta, con lo que ese sonido rebotaba en los edificios, trayéndoselo de vuelta y envolviéndolo, como si de una magnifica sinfonía se tratara. Era una mujer por fin! Sabia comportarse como tal, ya que toda su corta vida así se había sentido. Movía un pie y luego el otro, caminaba!, hasta podía oler el perfume que se había puesto antes de salir mientras sus amigas le esperaban debajo de su casa. Su largo y liso cabello ondeaba al viento, una brisa acariciaba su cara y cuando inhalaba el aire, sus papilas gustativas percibían el sabor a fresa de su pintalabios, de pronto, su melena se fue hacia delante bruscamente, como si un golpe de aire la desplazara, los mechones de su precioso cabello de colaron en su boca y la cabeza se le fue hacia delante también, de pronto oyó, Eliseo! “¿Qué coño haces?” Su padre lo había despertado con una dolorosa colleja.
Custodio: “Acábate esas fresas y no hagas mas tonterías” –Custodio miró los pies de Eliseo y vió que hacia algo raro con ellos, dijo: “¿qué tonterías estás haciendo con los pies?”
Eliseo: “Nada, es que me duelen”
Custodio: “Te duelen porque no haces más que tonterías con ellos, compórtate como un hombre” –Eliseo miró a su padre desde el rabillo del ojo, con una mirada cargada de una dosis justa de odio, como para que no fuese descubierta. Esa frase le llegó a lo más hondo de su alma, además de no sentirse hombre, discrepaba del sentido que su padre le daba a esa expresión. Entonces, Eliseo se levanto de la mesa y empezó a correr a su habitación, su padre gritó: “¿dónde vas? Ven aquí, no te puedes levantar todavía sin mi permiso” –Miscelánea, su hermana, se levantó también y fue en su busca, con la intención de consolarlo.
Custodio: Misce, déjalo ven aquí, no hemos acabado de comer.
Miscelánea: “Le has hecho daño papa, voy a ver qué le pasa” – a lo que Ingénito apostillo- “le pasa que esta como una regadera”.
Custodio: “joder, entre su madre y su hermana, lo van a mariconear del todo” –Ingénito se reía de la escena, justo cuando su madre llegaba con el café para su marido.
Patricia: “¿de qué te ríes Nito?”...

CAPITULO 3
Mientras Eliseo corría por el pasillo, camino a refugiarse en su habitación, las voces de la discusión familiar se diluían entre las zancadas de sus propias piernas, entonces Miscelánea, que lo estaba esperando en la puerta de su habitación, lo agarró del brazo súbitamente, dándole un buen susto, le dijo; -“ven, pasa a mi cuarto, quiero enseñarte algo”- ambos pasaron a la habitación de Miscelánea, hacia bastante tiempo que Eliseo no entraba en la habitación de su hermana. Pronto descubrió que su hermana empezaba a ser toda una mujer, miró las paredes y vio unos posters de unas cantantes de rock de aquella época; Carole King, Janis Joplin, Joni Mitchel, Stivie Nicks, pero sobre todas ellas sobresalía un poster gigante, donde Eliseo tenía clavada la mirada, era una atractiva rockera, parecía como si jamás hubiera visto nada igual, aquella diosa calzaba unos zapatos negros, con el tacón mas alto nunca visto, sus piernas, como columnas de blanco mármol, liso y perfilado, se elevaban hasta una falda de cuero negro brillante, la cantante se sostenía sobre el mástil de una guitarra eléctrica, dejando caer sus redondos y torneados pechos, sostenidos por un brasier negro de encaje. Su cabello era rubio y crepado, al estilo de la época, el nombre de aquella diva era: Lita Ford. Miscelánea le pregunto a Eliseo: -“¿te gusta?”-, -“si”- dijo Eliseo, Miscelánea le aclaró, -“es Lita Ford, ella es la mejor, va a ser una estrella del Heavy Metal, de mayor quiero ser como ella, ya verás Eli, cuando sea mayor de edad voy a salir con mis amigas con esto”- Miscelánea abrió el armario y sacó unos zapatos rojos de tacón altísimos, Eliseo, en ese momento se quedó petrificado, solo tenía ojos para aquellos zapatos, mientras su hermana hablaba de no sé que, de que su padre no le permitía vestirse con cierta ropa, Eliseo deseaba que su hermana se fulminara en ese mismo instante y así quedarse solo con aquella maravilla de zapatos, también miraba el armario de su hermana, veía toda su ropa y definitivamente su hermana se fulminaba ante sus ojos. -“Eliseo, Eli, que te estoy preguntando que que te parecen estos zapatos ¿tú crees que podre andar con ellos por la calle? Le preguntó su hermana, -“Si, eh, esto, no se Misce,”- balbuceaba Eliseo, Miscelánea: -“Vaya Eli, yo aquí hablando como una cotorra y no me preocupo como estas ¿te duele el golpe de papa?”, Eliseo: -“si, un poco, pero ya se me está pasando”- Eliseo no sentía ningún dolor, lo único que sentía era no estar a solas con aquellos zapatos para poder probárselos, a pesar de ser menor que su hermana, Eliseo calzaba casi el mismo número, -“pobrecito”- dijo Miscelánea mientras le cogía los cachetes con sus manos, juntándoselos el uno con el otro. De pronto se oyó como su madre gritaba a lo lejos “Miscelánea! Ha llegado Marcelo, el vecino”. Marcelo era un guaperas del barrio, con el que Miscelánea había compartido unas cuantas coca colas, entre besos y manoseos, en el cine de barrio. Así que Miscelánea no pudo hacer otra cosa que dejar lo que tenía entre manos y salir corriendo al encuentro con Marcelo. Así pues, Eliseo se le acababa de cumplir el deseo de que su hermana desapareciera, su hermana acababa de ser fulminada, por obra y arte del gran Marcelo, quedándose a solas con aquel par de zapatos, que reposaban tirados en la cama, al alcance de su mano.

CAPITULO 4
Eliseo se asomó discretamente por la ventana para comprobar donde había ido su hermana, observó que se había encontrado con Marcelo en la calle, Miscelánea se lanzó sobre Marcelo, como un naufrago se aferra al salvavidas. Cuando Marcelo se despegó de ella, metió la mano en el bolsillo de su cazadora negra de piel, sacó una cajita de madera, la abrió allí mismo delante de Miscelánea y le mostró su contenido, Eliseo creyó adivinar que dentro de la caja había una bolsita trasparente, que a simple vista, parecía guardaba un anillo con unas piedrecitas de bisutería, ella se lanzó sobre su cuello de nuevo y él la apartó bruscamente, separándola a una distancia prudencial de la cajita, a Eliseo le extrañó que a pesar del malcarado gesto de Marcelo, a su hermana apenas le importara y lejos de dedicarle una recriminación, volviera a rodear la cintura de Marcelo con sus brazos, en un gesto de subordinación. Aunque, Eliseo tenía los ojos puestos en aquella extraña escena, pero la mente en los zapatos que su hermana había dejado encima de la cama.
Por la emoción que emanada la cara de Miscelánea, Eliseo dedujo que pasarían toda la tarde fuera de casa, calculaba que si iban al cine, pasarían unas tres horas fuera, por lo menos, así que posiblemente, dispondría de esas horas para quedarse a solas con sus zapatitos de tacón alto.
Mientras Eliseo miraba los zapatos, no daba crédito a la situación, pensaba en la suerte que había tenido, nunca hubiera imaginado que, al fin y al cabo, el paraíso se encontraba al otro lado de la pared de su habitación. Cuando los tuvo en sus manos, los acariciaba con sumo cuidado, procesándoles absoluta adoración. Recorría con los dedos la suave piel de la que estaban hechos, imaginando que podrían ser como una segunda piel. De pronto se los acercó a la cara e inhaló profundamente. El aroma que desprendían era tan excelso que apenas podía respirar, quizás aquel olor tan intenso, era producto de la mezcla de las resinas que pegan la piel del calzado, pero no importaba nada, para él era el aroma de la feminidad, como si la secuencia de la película de Noelia, además de sonido  e imagen, ahora también tuviera olor.
Se sentó en el borde de la cama frente al poster de Lita y se dispuso a calzarse por primera vez unos zapatos de tacón, los colocó en el suelo, uno al lado del otro y suavemente fue deslizando el pie derecho hacia dentro, hasta que sus dedos toparon con la punta, comprobó como el calor de su pie iba calentando la fría piel del calzado, era como el certificado de la posesión de aquellos zapatos. Por primera vez sentía la bendita inclinación de su pie, pero en este caso no debía mantener elevado el talón, al contrario, el talón reposaba sobre el tacón. Luego se calzó el pie izquierdo y se incorporó de donde estaba sentado, miró hacia abajo, miró sus pies todavía sin vello y creía estar mirando los pies de una princesa, intentó caminar por la habitación pero no dominaba la técnica en absoluto y pensó que podía romperle los zapatos a su hermana, de pronto volvió a escuchar aquella conversación olvidada de sus padres en el comedor, atestiguando como se iba acercando a la habitación, le pasaron mil cosas por la cabeza, pero tuvo que concentrarse solo en una; quitarse los zapatos antes de ser descubierto.