domingo, 8 de mayo de 2011

Un travesti llamado Eliseo capitulos 5 al 7




CAPITULO 5
Logró quitarse los zapatos antes de que su madre abriera la puerta, pero lo que no pudo quitarse fue la cara de susto, estaba tan absorto con aquella sensación que no oyó como se acercaba su madre a la habitación, así que su madre le espetó una pregunta lógica;
-“¿Eli hijo, que estás haciendo?”-
Eliseo –“nada mama, estaba aquí, hablando con Misce”- le dijo Eliseo sin poder borrar aun el estupor de su rostro.
Patricia –“¿qué estás haciendo con el armario de tu hermana abierto?-
Eliseo –“yo, eh, no lo he abierto yo, Misce se lo dejó abierto cuando salió corriendo a por Marcelo”- le dijo Eliseo mientras se colocaba delante de los zapatos, para que su madre no los viera, parecía que había despistado a su madre por fin, había sido fácil, aparentemente, así que se le fue pasando el gesto de susto y fue relajándose, Patricia, su madre, se dio media vuelta y empezó a caminar hacia la puerta, con la intención de salir de la habitación, Eliseo se sentía aliviado, así que le dijo a su madre, -“ahora voy a ordenar mi cuarto mamá”- ese comentario provocó que patricia volteara la cabeza hacia el otro lado, donde se encontraba un gran espejo, allí vio reflejada la cama de Miscelánea, de tal forma que el ángulo que había formado Eliseo para evitar que su madre no viese los zapatos, no hacia el efecto deseado, dejando la visión total de la escena, y unas sospechas de que Eliseo estaba colocado allí con alguna intención extraordinaria. Patricia le preguntó.
Patricia-“¿y esos zapatos?”
Eliseo –“¿a qué zapatos te refieres?”- intentó disimular Eliseo
Patricia- “no te hagas el tonto, los estas escondiendo para que no los vea”-
Eliseo –“no no mamá, no sabía que estaban ahí”-
Patricia –“vamos Eliseo Bermejo, sé perfectamente que estas encubriendo a tu hermana para que papá no se entere de que Misce usa ropa de mayores”- Eliseo se ponía muy nervioso cuando le llamaban por su nombre y apellido, porque era sinónimo de una regañina segura.
Eliseo –“bu bueno, no si, es que ella salió corriendo y no pudo... esto...”-
Patricia –“anda anda, aparta ya se los recojo yo, yo ya lo sabía, le estuve registrando la habitación hace días”- le interrumpió antes de que Eliseo acabara su frase.
Entonces Patricia cogió los zapatos y percibió una temperatura algo tibia en ellos, miró a Eliseo, como queriendo descifrar la duda a través de su mirada, pero la mirada de Eliseo estaba perdía a través de la ventana, como la oportunidad que había tenido de sentirse princesa por una tarde, en ese pensamiento nadaba cuando le devolvió la miraba a su madre, esta se lo pudo leer en sus ojos como si de un manual de instrucciones se tratara.
Patricia –“¿qué estabas haciendo con los zapatos de tu hermana?
Eliseo –“nada mamá ¿qué quieres que haga?
Patricia –“están calientes, como si alguien se los hubiera puesto, y Misce hace rato que se ha ido”-
Eliseo –“no se mamá, no sé nada de eso”-
Patricia –“¿estas seguro de que no lo sabes? Insistió su madre.
Eliseo –“claro mamá”- respondió aliviado, como si sintiera que estaba saliendo airoso del envite, entonces su madre lanzó una pregunta como si fuera un dardo certero –“¿y por qué estas descalzo entonces?”-

CAPITULO 6
Había pasado unas semanas desde que Patricia había descubierto que su hijo Eliseo, hacia cosas raras con la ropa de su hermana, durante esas semanas, Eliseo se miraba una y otra vez al espejo, se sentaba frente al espejo desnudo y cruzaba las piernas, de tal forma que no se le viera nada entre ellas. Imaginaba como seria si tuviera los pechos de su hermana. Eliseo todavía no imaginaba como su cuerpo en pocos años, sepultaría todo rasgo de posible feminidad que pudiera existir en ese momento.
Eliseo vivía un autentico drama en casa de sus padres, su padre era cada vez mas tiránico, le tenía sitiada la libertad de movimientos, no quería que su hijo se desviara del camino recto, Patricia le había contado como Eliseo una vez fue descubierto con un vestido de ella y los zapatos de su hermana mientras se maquillaba delante del espejo. Por eso Eliseo, cada vez más a menudo se evadía furtivamente de casa, viajaba a la ciudad solo, no era un niño solitario, pero se sentía confortable creando su mundo. Un día, regresando del centro de la ciudad, se le escapó el último tren que debía llevarle de regreso a casa. Comenzó a deambular por la estación sin rumbo aparente, no sabía qué hacer, sabía que si llamaba a casa la bronca iba a ser monumental, pero había comprado un billete de ida y vuelta y no tenía dinero para viajar en el autobús, además el autobús no era una buena opción, el siguiente no pasaba hasta dentro de una hora y era mucho más lento que el tren, con lo que posiblemente llegaría a casa mas allá de la media noche.
De pronto oyó como alguien le llamaba. –hey niño!- Eliseo se giró y no le pareció ver a nadie, pero en realidad sí que había alguien, pero quizás no era la típica persona que  esperaba que le llamara. Se trataba de un hombre bastante grueso, pero tenía una voz muy suave, por eso Eliseo no relacionaba su aspecto con la voz que había oído. El hombre andaba algo torpe, lo que a Eliseo le daba bastante confianza, los ojos de Eliseo empezaban a navegar en un mar de lagrimas, no sabía cómo volver a casa sin que sus padres se enterasen de que había estado fuera, en la ciudad. El hombre le miro los ojos y le preguntó:
-¿porque estas llorando?-
Eliseo: -mis padres no saben que estoy aquí, y no tengo dinero para volver a casa, me podría ir andando pero tardaría casi dos horas-
el hombre se sacó del bolsillo interior de la gabardina una cartera y mientras la abría para enseñarle su interior a Eliseo le dice:
-mira, me llamo Salvador Regaño, soy policía, estate tranquilo yo te puedo llevar a casa-
Eliseo estaba entre aliviado y preocupado, si ese policía le llevaba a casa podría llegar antes de media noche, pero seguro que el señor Regaño le pondría en antecedentes a sus padres de cómo había encontrado a Eliseo. El policía rió y le dijo:
-tranquilo, no le diré a tus padres que te habías escapado-
Eliseo –no me he escapado, solo estaba dando un paseo por el centro-
Policía –¿niño, cómo te llamas?
Eliseo –mi madre me dice siempre que no hable con extraños-
Policía –¿bueno, y entonces como pretendes que te lleve a casa si no me vas a decir tu nombre y tu dirección? ¿Quieres que te deje unas monedas para que llames por teléfono a tus padres y te vengan a buscar? o mejor aun los puedo llamar yo solo tendría que hacer unas llamadas a la comisaria y en unos minutos averiguaría quien eres y donde viven tus padres, pero bueno tú eliges-
Eliseo se sintió verdaderamente coaccionado con ese comentario, de pronto sentía que estaba en manos de ese hombre, así que accedió a darle su nombre y su dirección,
Policía: -muy bien Eliseo, no tengas miedo hombre, te voy a llevar a casa como te prometí, pero no llores niño, me vas a poner el coche perdido de lagrimas jajaja-
Eliseo sonrió forzadamente mientras se dejaba guiar por el policía hacia el coche, que estaba al fondo del aparcamiento de la estación. Mientras Eliseo caminaba al lado del policía, observó que el señor Regaño mostraba una ostentosa cojera, de pronto una duda le asaltó, porque jamás pudo imaginar que un policía podía tener una cojera tan manifiesta.

CAPITULO 7

Una vez dentro del coche, Eliseo andaba algo temeroso con el señor Regaño, pero apenas podía decir nada ante el monologo que el policía iba desgranando. Eliseo comenzó a desconfiar sobre la identidad policial del señor Regaño, cuando pasaron cerca de la cárcel y el señor Regaño no hizo ninguna referencia sobre ese hecho. Además la ruta que pasaba cerca de la cárcel, se alejaba lo suficiente como para pensar que la intención del viaje no era la de llegar lo más rápido posible casa de Eliseo. Cuando Eliseo quiso advertir de esto al señor Regaño, fue interrumpido por el interminable monologo del supuesto policía:
Regaño. –Menos mal niño que has tenido la suerte de encontrarte conmigo, mira que si encuentran una de esas bandas de maleantes que andan por ahí, no sé que hubiera sido de ti, tienes que tener cuidado por donde andas, la ciudad es peligrosa. Yo me la tengo muy pateada, son muchos años mezclándome con esa morralla rojilla medio amariconada, que aunque estén ya algo arrumbadas, todavía hacen daño a la gente inocente como tu. Eliseo lo miraba desde abajo con sumisión
Regaño –tu no serás un  mariquita de esos, no?
Eliseo. –no señor, no lo soy-
Regaño. –bueno, no sé, deberías cortarte ese pelo tan largo, pareces una niña. Así las niñas no se van a fijar en ti, creerán que eres mariquita jajá, pero bueno, que estoy diciendo si seguro que eres virgen, no?- Eliseo encogió los hombros como asintiendo a la pregunta del señor Regaño –jajá, ya sabía yo- prosiguió Regaño –mira, cuando estés con una tía le tienes que entrar a fondo, a las niñas les gusta que las traten como unas guarrillas, cuando era joven me hinchaba de meterla en caliente, jajá buf anda que no me he trajinado a furcias que iban de santitas, pero que luego se volvían unas autenticas guarras en la cama. Ahora que te miro bien, me parece que eres un poco mariquita, tienes la piel suave como una niña, tu pelito largo, ay Eliseo que me parece que pierdes aceite jajá. Mira- Regaño en ese momento se saca el miembro y se lo enseña a Eliseo –¿a que es grande?- Eliseo la mira y aterrado intenta escapar aun con el coche en marcha, Regaño le coge la cabeza que casi le cabía en una mano y se la estrella contra el marco de la puerta. –¿pero qué coño haces?- le grita Regaño –¿es que quieres que nos matemos? ¿Es que nunca has visto una como la mía? Jajá seguro que sí, pero no tan grande, y eso que todavía no está tiesa, ya verás cuando se ponga dura, pero bueno no te asustes mira ¿Sabes que me decían algunas? que no querían hacerlo conmigo porque la tengo muy grande y les hacía daño jajá ¿te lo puedes creer? ¡Menudas marranas! ¿Pues no dicen que cuanto más grande mejor? Ya verás que primero duele un poquito pero cuando acabe me pedirás mas jajaja, me parece que eres como esas putitas, primero uy uy uy y luego ay ay ay jajaja- Eliseo comenzaba a sangrar de forma prominente por la frente, estaba medio aturdido, pero aun así, su mente buscaba la forma de poder escapar. Regaño vio la sangre y le dijo –maldita sea, me vas a poner en coche perdido, joder con la mierda de niño, anda toma un pañuelo y límpiate bien, que no vea ni una gota o te vas a enterar- Eliseo vio como Regaño sacó un pañuelo de la guantera y se lo dio a Eliseo, Eliseo vio que dentro había una pistola, volvió a mirar a Regaño y este le dijo.  –um, ni se te ocurra Eliseo, vamos a pasarlo muy bien tu y yo, no lo vayas a estropear con tonterías, mira ya hemos llegado- Eliseo comprobó que habían llegado a ninguna parte, de tal forma que por mucho que gritara nadie le escucharía. De cualquier modo intentó escapar de nuevo, tiró de la maneta, pero era un coche viejo y no abría a la primera y forzándola terminó partiéndola, ahora no podía salir por allí, pero lo peor era el enfado de Regaño –me cago en la puta- gritó –¿pero es que me vas a destrozar el coche o qué? Pero si no te va a pasar nada malo, además te va a gustar ¡coño!, anda ven aquí- de nuevo le agarró la cabeza pero esta vez para atraérsela hacia su miembro, Eliseo estiró los brazos y empujaba hacia fuera intentando escapar, pero Regaño tenía mucha más fuerza y estaba consiguiendo acercar la boca de Eliseo a su miembro, Eliseo pensaba que los huesos de sus brazos se iban a partir de tanta fuerza como ejercía con ellos, cerró la boca porque ya estaba demasiado cerca, Regaño le grito -¡chúpamela coño! Abre la boca o te mato aquí mismo- sacó la pistola de la guantera y se la puso en la cabeza, Eliseo temblaba, ahora Regaño le volvió a agarrar la cabeza y no sintió la misma oposición de antes, Regaño pudo conseguir entonces introducírsela en la boca a Eliseo, pero de pronto se oyó –¡Eli!- Eliseo reconoció esa voz, era la voz de Mateo Exhorto un compañero de clase, Eliseo se apartó de Regaño y comenzó a toser por el asco que le produjo aquella sensación, Regaño vio como un niño venia hacia el coche corriendo y dijo –me cago en la puta ¿quién coño es este idiota?- Rápidamente bajo la ventanilla saco la pistola, y apuntó a Mateo con ella –quieto ahí niño- grito Regaño mientras con su otra mano estrangulaba el cuello de Eliseo para que no se escapara –como te muevas te pego un tiro en la cabeza- de repente Regaño vio como su pistola cayó al suelo sin que él lo hubiese querido así, no entendía aquello, como se le podía haber caído la pistola de la mano, teniéndola fuertemente agarrada, mientras miraba fijamente a Mateo, sintió como un hormigueo en la mano y se le empezó a nublar la vista, el brazo que agarraba a Eliseo iba perdiendo fuerza cuando oyó –suéltalo hijo de puta-

No hay comentarios:

Publicar un comentario